EDUCAR PARA EMPRENDER



No cabe duda que la mentalidad que tenemos en España con respecto al “emprendimiento” no tiene nada que ver, por ejemplo, con la cultura estadounidense.  Allí nadie se avergüenza de presentarse con un nuevo proyecto reconociendo que ha fracasado en proyectos anteriores, pues está aceptado que para que una empresa funcione, es preciso que varios intentos hayan fallado, aunque sólo sea por pura estadística.

En España cuentas tu proyecto a un familiar o amigo y lo primero que te dicen es que no te compliques la vida, que hagas unas oposiciones y te dejes de sueños. O en el otro extremo, te animan sin siquiera una crítica constructiva: “¡ánimo, tú sí que vales!”. Cuando llega el fracaso, la mayoría exclaman: “ya te lo dije”, “se veía venir” y cuando tienes éxito siempre se considera que ha sido por suerte. Independientemente de tu esfuerzo, siempre habrá sido cuestión de suerte (o de enchufe).

Con este ambiente es difícil que los jóvenes (o no tan jóvenes) se animen a intentar nuevas vías. No obstante no hace falta ser ningún visionario para intuir que si no es desde nuevas fórmulas, no llegaremos a un escenario diferente al que nos mantenemos en la actual crisis.

Estimo que el ambiente cultural, la mentalidad y el inconsciente colectivo de un país determina en gran medida las posibilidades de cambio. Y no cabe duda que la mentalidad predominante en nuestra población está basada en el reclamo de la ayuda, más que en el esfuerzo por la superación. Digo esto en base a lo que veo últimamente en la programación televisiva. Un programa que cada tarde  nos presenta las miserias de familias necesitadas durante horas, suplicando la ayuda de gente que de manera desinteresada resuelva su drama, supera en audiencia a otro de emisión semanal, que además ha sido desplazado de hora por baja audiencia, en el que emprendedores buscan financiación a cambio de parte de su empresa.

Son dos modelos diferentes, cada uno con sus cosas buenas y no tan buenas. No es mi intención analizar aquí cada programa de manera crítica (eso quizá lo haga en otro post), sino reflexionar sobre nuestra mentalidad emprendedora.

¿Cuál es la actitud que debemos  infundir en los estudiantes? Quizá algo del espíritu de aquel discurso de Kennedy no estaría de más. Preguntarnos qué podemos hacer por nuestro país (entorno, comunidad, familia, situación personal) más que lo que puede hacer el país por nosotros. Eso no significa que los servicios sociales y las ayudas que preste el Estado no sean de la más alta calidad, sino que la actitud ante la vida consista en  ser cada uno de nosotros más protagonista de nuestro destino, favoreciendo la toma de decisiones y la iniciativa.


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